Gracias a todos.
Hola de nuevo,
Primero de todo quiero contaros lo emocionada que estoy por vuestras respuestas. Me habéis sorprendido del modo más grato que se pueda imaginar y no os hacéis una idea de lo que significa y me ayuda a tirar hacia delante vuestras palabras de ánimo. Sólo el hecho que estéis ahí y que os interese lo que pueda escribir en estas líneas ya dice mucho de la gente que me rodea. Un beso enorme y mil gracias.
Una vez dicho esto entraré en materia. Ayer pensaba subir una nueva entrada al blog pero no pude hacerlo ya que tuve lo que llamo "un día malo". Para qué podáis entenderme, os cuento el baremo de dolor con el que intento explicarme. Del 1 al 10 de dolor, ayer fue un día 7. O sea, aguantable. Un día en el que no salgo a la calle, en el que me acuesto y me levanto 30 veces, en el que a penas puedo cocinar pero en el que al menos aguanto el dolor.
Desde hace muchos meses ya no tengo días 1, mis días buenos son días 3-4 y mis días horribles no quiero ni nombrarlos. De todos modos estoy relativamente contenta. He pasado dos semanas en las que casi no he tenido días malos.
En estas jornadas más normales es cuando soy consciente de los demás síntomas de mi enfermedad. Al no tener el dolor nublando mi mente, me doy cuenta de lo que significa agotarme con sólo andar por la calle cuesta arriba, ir a paso ligero o tender una lavadora. Para mi limpiar el baño pequeño de casa es un esfuerzo enorme pero también una gran satisfacción. Eso significa que al menos ese día soy capaz de realizar esa tarea.
El jueves pasado me encontraba bien y quedé con dos amigas. Nos fuimos Carla (mi hija) y yo hasta Barakaldo a tomar algo con ellas y lo típico de las chicas, mirar tiendas sin comprar nada, ya me entendéis. Pues bien, luego dimos un paseo y sobre las 10 de la noche volvíamos a casa. Yo estaba contenta, mucho. Había logrado quedar con mis amigas y salir con mi hija con la que casi nunca puedo hacer nada, pero llegué agotada. Cuando nos dejó el autobús en la puerta de casa pensaba que no veía el momento de llegar al ascensor y subir al piso. La sensación es la misma que se tiene después de estar de las 7 de la mañana a las 10 de la noche trabajando en un almacén de naranjas. Estás sin ánimo y agotada. Eso sí, satisfecha del trabajo bien hecho o en mi caso de haber sido capaz de pasar una tarde fuera de casa.
Bueno amigos, me despido por hoy no sin antes volver a daros las gracias por vuestro apoyo. Nombrar especialmente a mis dos pilares principales que son mi chico Txabi y mi hija Carla, sin vosotros nada de esto tendría sentido. Sé que muchas veces digo que no tengo vida y lo pienso de veras, pero al menos mi vida sois vosotros. Mandarles un beso enorme a mi suegra y a mi madre. Si hay alguien que realmente entiende mi calvario, son ellas. Os quiero.
Comentaros a todos los que me habéis escrito diciéndome que tenéis alguna amiga, compañera o conocida con fibromialgia que, por favor, la animéis a leer este blog. Quizás sea bueno para ellas y para mí, me gustaría mucho compartir esta experiencia con gente en mi situación. Bea, gracias por comentarme lo del libro, ya lo tengo. Me lo regaló mi hermana Trini cuando supo que tenía fibromialgia.
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Un beso fuerte y seguimos en contacto.